sábado, 15 de marzo de 2014

Tejer en silencio





El sol toca el aire con su calor de sol besando la tierra. Hay una reunión. Hay unos que cantan pero la tarde no los escucha. Hay otros que conversan pero no son palabras. Sólo ella habla con su silencio. Sólo su silencio canta. Ella besa la tarde con su silencio mientras el sol besa su boca. 

El Magnetista mira la tarde en su beso de tarde cayendo. Unos cantan. Otros hablan. Ella besa con su silencio.

En un gesto inesperado ella  se gira, abre su bolso y saca una lana de color violeta. Y en silencio teje flores. Teje la tarde. Teje las palabras. Teje la música. Todo se va tejiendo entre sus manos, en el silencio de su boca. Teje el universo de una protesta contra un tiempo pasado para hacerlo un tiempo presente. Teje flores que son memorias. Teje memorias que son tardes.

El sol toca el aire con su calor de sol besando la tierra. El Magnetista aprende. Se teje un futuro cuando se recupera un pasado. Y ella lo sabe.

viernes, 3 de agosto de 2012

Reconstruyendo sueños


El magnetista emprendió un viaje iniciático al borde del mundo. Viajó hacia la selva amazónica, frontera de lo creíble. Cuando se internó en la aldea de los Caumaris, ya tenía el cuerpo lleno de picaduras de los insectos más voraces que había conocido. Los Caumaris lo vieron llegar como se ve llegar a un hombre sin religión, desprovisto de toda alma. En la aldea estuvieron curándole las heridas de la selva con ungüentos de barro y cúrcuma. Una mañana se levantó vital con ánimo para conocer al chamán. La mujer bruja de los Caumaris advirtió: 

- No despiertes al chamán que vendrán los tigres. 

 El magnetista se internó en la selva en busca del hombre luz por el territorio Caumaris. Hasta que llegó la noche. La noche devora las almas y las escupe al amanecer, dicen en la aldea. El viaje del alma por el cuerpo de la noche deja imágenes impalpables, deja escrita frases en la pared del tiempo. Los blancos llaman soñar a ese viaje y su navío.

Antes de que la noche devore al magnetista con su boca de ensueños, la luz del día se hizo en plena selva y los animales gritaron y alborotaron el cielo. Por la selva camina el chamán, la luna lo sigue intensa con su luz de mujer en celo. Trae sus mascotas: 14 tigres lo acompañan, silenciosos, vigilantes. El chamán habla. El magnetista no entiende. Entonces lo invita a tocar el árbol. El magnetista toca el árbol y escucha la voz del chamán en el eco del tronco. Y hablan pero no sueñan. Soñar es imitar la vida. Sólo la noche puede. 

Cuando regresó a la aldea le contaron que los tigres entraron furiosos y se devoraron los sueños de los aldeanos. Se quedaron sin alma. Se quedaron sin noche. 

 La bruja de la aldea condenó al magnetista a recuperar todos los sueños, uno a uno, y devolverlos a la aldea. En esa tarea está, leyendo frases en la pared del tiempo, escribiendo imágenes, reconstruyendo sueños.

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martes, 5 de junio de 2012

El silencio


El magnetista hablaba y caminaba en círculos cuadrados. Finalmente, se detuvo frente a la ventana a ver la lluvia besar el suelo con sus mil y una bocas repletas de agua. Y dijo sin mirarla: 

Los miedos que nos gobiernan se esconden en la sombra de nuestro ser. La sombra de nuestro ser siempre se escapa a la luz. Para poner luz en la sombra hay que hacerlo con poesía sin flujo, verbos sin acción, acciones sin lenguaje. La sombra que escapa a la luz tiene su propia sombra y es la música que emana de nuestro propio cuerpo. Escuche, habite su silencio, y escuche”. 

La tierra rechazó el beso de la lluvia. Tash cruzó la calle empapada de verdades. El silencio es una mujer sin pentagrama que espera un músico escondido en la esquina del futuro, escribió el magnetista en su cuaderno de notas. Y la lluvia se extinguió. 



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viernes, 2 de marzo de 2012

Letras


El día está furioso, la luz entra a raudales como queriendo incendiar la tierra. El magnetista entorna los postigos de la ventana para atenuar el impacto de la luz, como lo haría un Minotauro en mitad de su laberinto. 

Azul tiene puesto un pañuelo negro en su cabeza, atando su pelo, suspendiendo su mundo. El magnetista la escucha en su discurso circular de siempre hasta que Azul pronuncia un verbo, una batalla, un desierto, y entonces el magnetista pregunta:

- ¿Quién es ese hombre del que me habla? Ella se detiene y se inunda con una idea vaga y sinuosa. Se siente descubierta, aterrada, y por fin puede decirlo. 

- Un hombre que es un destructor de tabúes. Un hombre de altos mares y surcos desolados.

- El hombre que la besa, afirma el magnetista. Sabiendo que en Azul el beso es la fuente de todo desmayo y rebelión. 

Antes de partir, frente a la puerta, como si fuera a afrontar el mundo de otra manera, Azul se quita el pañuelo que retiene su pelo y caen miles de palabras al suelo, silenciosas, hojas de otoño colonizando el invierno. El magnetista abre un postigo y la luz entra a tropeles para darle sentido al mundo. En el suelo queda escrito:

Una rebelión consiste en mirar una rosa, hasta pulverizarse los ojos.


Nota: Las frases son de Pizzarnik. 

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